Natalia Latorre

Nov 23, 2022 | MujeresIWF

Natalia Latorre es Directora General de Transición Energética en Enagás. Ocupa este cargo tras una trayectoria de más de 20 años y de ocupar el cargo de Presidenta de Shell España durante 7 años.

Experta en gestión de la energía se ha forjado como directiva en el sector, aprendiendo de cada una de las posiciones que ha ido ocupando, desde Marketing a Gestión Logística y Operaciones, pasando por Suministros y Desarrollo de Negocio. Por esa experiencia amplia, destaca por su visión estratégica, el enfoque a resultados y la eficiencia en costes. Es firme defensora de la transición energética y el rol que la energía tienen en la evolución de la sociedad.

Natalia es además Consejera Independiente de Befesa y miembro de su Comisión de Auditoría, y Consejera Dominical de Enagás Renovables. Forma parte de AEMENER (Asociación Española de Mujeres de la Energía), de Women Corporate Directors e International Women Forum. Pertenece al Consejo Asesor de la Real Academia de la Ingeniería para el programa “Mujer e Ingeniería”, al Consejo Rector del Club Español de la Energía, así como al Consejo Asesor de Marsi Bionics, empresa dedicada a la creación de exoesqueletos pediátricos para la rehabilitación.

¿Siempre quisiste dedicarte al sector de la energía?

Me gusta pensar que es una cuestión de genes el que lleve toda la vida dedicada a la energía. Mi abuelo materno era el responsable de una pequeña central minihidráulica en un pueblo de Valladolid. Somos 3 hermanos, y los tres en el mundo energético. Así que el destino me llevó a estudiar ingeniería. El número que marca mi trayectoria profesional, y por qué no decir que también la personal, es el 93278, correspondiente a mi matrícula en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros industriales de la Universidad Politécnica de Madrid.

Elegí la especialidad de Técnicas Energéticas donde aprendí cómo la energía se produce y se transforma. Con los años, fui entendiendo que la energía es esencial para la calidad de vida de miles de millones de personas y que está estrechamente ligada con la actividad económica. La realidad hoy nos lo muestra a todos.

¿Cómo ves la situación energética actual en Europa?

Europa está sumida en una crisis energética sin precedentes tras décadas construyendo su mix energético basado en los hidrocarburos rusos (petróleo, carbón y gas natural entre otros). Romper esa dependencia de una manera tan radical es todo un reto al que la Unión Europea se enfrenta, y requiere de actuación rápidas y coordinadas para ser capaces de resolver la emergencia que supone los próximos inviernos, pero seguir trabajando en las prioridades y necesidades del medio/largo plazo. Y es que la seguridad de suministro se ha convertido, junto con la descarbonización, en el eje central de la política energética comunitaria de esta década. Se tiene que trabajar en virtud de los intereses europeos, movilizando los recursos adecuados (humanos y económicos) para resolver la situación actual.
España tiene una posición excepcional para jugar un papel muy relevante en cuanto a solidaridad energética, debido a nuestras infraestructuras gasistas (7 plantas de regasificación) y nuestro potencial de generación renovable. Es el momento de pasar de isla energética a una integración adecuada con el resto de Europa.

¿Puede peligrar la transición energética por resolver la emergencia energética?

Europa sigue firme en su compromiso de neutralidad climática para el 2050 que definió con el Green Deal aprobado el 12/2019 y que cubre todos los sectores de la economía. Con Fitfor55, la EU aumentó su ambición de reducir las emisiones GEI en un 55% en 2030 comparado con el 1990, abordando la disyuntiva entre sostenibilidad y competitividad.
En respuesta al conflicto en Ucrania, el plan RePowerEU ha dejado claro que acelerar la transición energética es clave para lograr la independencia energética de Rusia y que tenemos que tener objetivos más ambiciosos, así como capacidad para movilizar mayor inversión. Se requiere poder actuar con mayor rapidez, para conseguir en plazo el despliegue de todas las tecnologías renovables necesarias (desde generación eléctrica con origen renovable, hasta la producción de hidrógeno renovable para aquellos sectores difíciles de electrificar).